Si Darwin fue el “viajero” liberal del imperio colonial inglés, Nietzsche fue el alemán errante de la potencia europea “encerrada” en sí misma. La fuerza como única opción.
La deuda con la que nos carga el sacerdote prosigue en el capitalismo y el liberalismo, de modo que debe estar dentro, también, del militar. El guerrero debe cobrar la misma deuda con sangre.
En la queja y en el “resentimiento” del esclavo no encuentra Nietzsche ninguna fuerza transformadora o de futuro. Otra forma de cerrar las opciones. La fuerza como única opción.
Su rechazo al pensamiento trascendental también tiene su genealogía: el positivismo del siglo XIX. La edad dorada de la burguesía. ¿Sería, por tanto, un burgués alemán que apenas se reconoce como tal?
Lo más importante de Nietzsche no es lo que pensaba en sí de cada cosa, sino las herramientas que usaba para pensar de ese modo. Y como rencorosos esclavos que somos, le robamos esas herramientas para usarlas incluso contra él.
El auténtico canto del gallo, la aurora, sucede cuando “el poder se muestra desnudo” al fin. El poder ya no se puede vestir de ningún traje, su brutal desnudez produce ceguera, pero los ojos ya se acostumbrarán poco a poco su visión.