La sociedad industrial y capitalista nos ha enseñado a permanecer atentos. Prestar atención a cada proceso, a cada enseñanza, a cada detalle.
Lo que supone, en definitiva, definir el proceso productivo económico general en su aplicación concreta.
Esa hiper-atención es una violentación de nuestra psique. Atrofia y constriñe el flujo natural de nuestra conciencia cuyo movimiento es caprichoso por esencia. Caprichoso por una buena razón: se mueve por su voluntad y por el deseo de cambio.
¿Cuántas “Enfermedades Mentales” tendrán su origen en esta coacción del sujeto moderno?
Desatender es una necesidad y una “gracia” que nos permite abrirnos a una sensación pura sin ninguna utilidad. La desatención es la madre de toda creatividad, celebramos una fiesta en nuestra conciencia cada vez que se nos permite desatender de lo inmediato.