Acallar el ruido

“Debe haber una unidad entre la revolución material y la revolución de la conciencia, no pueden andar más tiempo caminos separados.”

Antes de volver al mundo hemos de irnos de él. Ser capaces de salir de la telaraña de confusión que el mundo humano, su educación y su constate influencia tejen alrededor de nosotros. Salir del mundo es fundamental para verse a uno mismo en su prístina esencia.

El ruido es la constante afirmación de la compulsión que nos tiene atrapados. Librarnos del ruido es la aparición de un vacío inicial, casi puede dar miedo en un primer momento. El “silencio” es solo el principio y no estamos hablando aquí de “sonidos” para nuestro sistema auditivo, aunque es evidente que tienen su importancia. Es un silencio del sentido humano que nos resulta cotidiano.

Las exigencias de aquellos que nos rodean construyen muros y rejas a nuestro alrededor de tal modo que cuando venimos a ser conscientes ya no hallamos salida. Muchas veces son tejidas con delicadeza, día a día durante muchos años, nos dan calor y compañía, pero nos niegan la más profunda esencia de enfrentar la muda esencia real del mundo.

El ruido nos impide saber quiénes somos, y nos impide conocer la opresión que rodea nuestro espíritu y nuestra realidad material. El ruido está orquestado, está compuesto de capas históricas de opresión que nos han convertido en objetos usables por un poder que en esencia nos desprecia en todo lo que vaya más allá de nuestra utilidad inmediata a sus mezquinas finalidades.

Para salir del mundo del ruido hemos de acallar el ritmo de conciencia y temporal que nos viene marcado. Sustituyéndolo por otro ritmo y temporalidad ajenos al habitual.

La audición de unos sonidos, ritmos o ruidos no cotidianos (buscar una creación sonora vanguardista nos ayudará, siempre que no la conozcamos previamente y que no le otorguemos ningún tipo de carga cultural sobre lo que “significa”)

Si acompañamos esta audición de una ligera relajación de los sentidos, llevaremos a nuestra conciencia a romper con la lógica del sentido que imperaba en nosotros y a descubrir que nuestro universo se reconfigura en posibilidades inusitadas y se abre a un infinito de posibilidades y configuraciones, y en todas ellas nosotros somos el centro. Un viaje sin retorno.

Debe surgir entonces la suprema intuición, la sutilísima sensación de que existen relaciones entre todas las cosas, las internas y las externas, las pequeñas y las grandes, las visibles y las invisibles.

Que el mundo apenas se encuentra explorado, que los nombres de las cosas están gastados y son pesos enormes que no nos dejan avanzar, que todo no se encuentra ya inventado, que todo está por hacer y que esa tarea solo es realizable por quienes dejen de ser sí mismos y trasciendan los límites.

Debe haber una unidad entre la revolución material y la revolución de la conciencia, no pueden andar más tiempo caminos separados.

Después de todo un mundo mecanizable es un mundo para el capital.

La psicología como dispositivo social

“Se potencian todos aquellos caracteres adaptados al mercado y a la producción, que se convierten en virtudes. Por otro lado se convierten en carencias, negatividades, ausencias los caracteres no adaptados. Aquellos de los que no se puede extraer trabajo, capital o sumisión.”

(Si tú utilizas la psicología, compartes su funcionamiento, te sientes enfermo, etc… probablemente esta exposición de ideas quizás no sea para ti)

La psicología (como dispositivo social) abstrae todas las condiciones concretas que nos conforman en una forma abstracta e irreal, en este sentido burla la realidad y la niega.

Su propósito como “ciencia” es crear una serie de abstracciones y generalidades que describan al “ser humano”, independientemente de cualquier caracterización que lo concrete. Toda metodología científica o de saber tiende a buscar los conceptos más generales de su “campo de saber”, esta elección es siempre un momento crítico, una selección, una eliminación de otras posibilidades.

Pero esa elección se carga de sentido en el momento en que se realiza descartando toda las demás posibles opciones.

La psicología “científica” enmascara las concreciones en favor de generalizaciones políticas. Políticas por ignorar los poderes operantes en cada individuo, políticas por que la selección de generalidades es congruente con un modo de operar en la sociedad, congruentes con sus poderes.

Se potencian todos aquellos caracteres adaptados al mercado y a la producción, que se convierten en virtudes. Por otro lado se convierten en carencias, negatividades, ausencias los caracteres no adaptados. Aquellos de los que no se puede extraer trabajo, capital o sumisión.

Son políticas precisamente por su capacidad de enmascarar las diferencias y todos los aspectos que individualizan cada circunstancia.

Iguala e identifica todos los factores, simplificando un modelo de tal modo que solo existen individuos y circunstancias. Lo curioso es que tales individuos y tales circunstancias nunca son iguales entre sí, y sus diferencias serían realmente la clave para entender los problemas.

Por otra parte, una división médico-administrativa por géneros, razas, edades, clases sólo tendría un fin estadístico y no saldría del esquema en ningún sentido. En cierto modo no haría más que profundizar de manera sarcástica el enmascaramiento.

La psicología “científica” actúa como un cierre biológico y medicalizador de la energía explosiva de cada individuo. Institucionaliza y es institucionalizada, elabora y establece las normalidades y anormalidades.

Si todo esto no fuera suficiente, la medicalización y la farmacologización generan “enfermos” como cualquier otra industria genera sus productos.

Ubica el sufrimiento, o aquello que considera una ausencia o carencia, en un lugar conceptual aislado, y niega la posibilidad de enlazar ese lugar con un discurso que ligase diferentes aspectos generales y concretos de la vida humana; que extrajese relaciones de poder e injusticia en esa red donde aparece el malestar.

Utiliza postulados universales teleológicos, que definen a priori todo lo que aún no ha sido recorrido por la humanidad.

Para ilustrar lo que pretendo decir pondré un ejemplo. A individuos concretos que se sienten mal en grupo o al relacionarse, se les espeta una generalidad como: “los seres humanos somos sociales”, que hace las veces de teorema deductivo y casuística o etiología (ciencia de las causas).

Sirve tanto para descubrir al anormal como para prescribirle una solución. Además de servir de regla moral y de comportamiento.

No sabemos si tal afirmación pretende ser un imperativo ético o si más bien alude a una configuración biológica como especie. Si es el primer caso la libre elección debería presidir ese imperativo, si es el segundo nos encontramos en las turbias aguas de las especies naturales y sus características de normalidad y anormalidad.

Solo si pudiéramos colocarnos fuera del mundo, fuera de lo real, fuera del tiempo podríamos verificar este postulado sobre la sociabilidad de los seres humanos, su sentido, su necesidad o su intensidad.

En nuestro mundo real, somos seres conformados por circunstancias, clases, razas, sexos, poder económico, relaciones de jerarquía…y anclados a una historia y a un devenir nunca resuelto.

¿Cómo podemos conocer de antemano el contenido de esos universales que dirijan la vida interior de los seres humanos?

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Una psicología anarquista o libertaria debería no definir los principios y capacidades humanas a priori, debería al contrario denunciar cada micro poder y subordinación que genera la frustración. Debería señalar cada elemento doloroso en cada circunstancia vital. Mostrar alternativas a las estructuras culturales, políticas y sociales que generan las frustraciones.

El índice universal al que estarían dirigidos sus universales sería una dirección vectorial, y cada átomo de concreción individual serían “momentos” de esa nebulosa de direcciones. Los postulados universales no estarían ya definidos sino que con el trascurrir del tiempo se irían llenando de sentido.

Todavía no sabemos que ha de ser el ser humano, no podemos definirlo según las necesidades de una sociedad históricamente concreta. Ni mucho menos según las estructuras e intereses de sistema de dominación concreto. Esto nunca será conocimiento.

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Excurso

La depresión es un aviso, y una llamada de atención sobre nuestras circunstancias, una oportunidad para la introspección.

Desde que la medicalización nos robó los “estados del alma” ya no podemos disfrutar del sentimiento profundo de la introspección de nuestras tristezas.

Se han socializado de un modo particular y laboratorizado. Hemos dejado de poseer nuestro interior, puede que nunca lo hayamos tenido, desde luego ahora no. Nos han robado los estados del alma y el disfrute de charlar con ellos, contemplar sus tonos, colores, escalas y paisajes.

Si estuviera loco, medicalizado y enfermo podría “entender” lo que me ocurre. Habría una razón socialmente validada para mis sensaciones. Mi interior entraría a formar parte del discurso común e institucional y así, yo como mi entorno, podríamos encontrar un consuelo.

Mis desvaríos tendrían una traducción en una red de normalidad y la farmacología sería mi muda cama social. Toda la red de signos de la medicina, la psiquiatría y la piscología me acunarían para volver a unirme a la realidad, aunque sea desde su borde lejano.

No poder traducir las vivencias a una normalidad discursiva es vivir en un plano diferente, en las antípodas del sentido humano, en un exilio no buscado pero inevitable.

Si estuviera loco podría ser exterminado en una cámara de gas o bien arrullado por una jaula química de la farmacología según las oscilaciones del poder.

Si estuviera loco debería relajar las pasiones y la exaltación, para no forzar la red de la realidad, sería mi principal obligación. Volver cuanto antes del viaje fuera del sentido y los símbolos aceptados.

Si estuviera loco aceptaría que mis ideas no tienen sentido en un afuera, que no hay un afuera en mi locura, que todo ocurre en mi interior. La interioridad es el lugar de la locura, sin exterioridad ni relación con el resto de la realidad humana.

La locura como construcción social es un inmenso muro contra los inmigrantes que proceden del caos de nuestro interior.

La lógica del consumo II

Identificar “la pobreza” con el excluido o con alguna minoría étnica facilita evitar que se reproduzcan exigencias de reparto por parte de la población.

¿Se puede hacer una geografía del consumo? Pero no una que coincida con ciudades y países, continentes, rutas de comercio. Si no una que cartografíe más que los lugares físicos, los lugares conceptuales, sus fuerzas, compuertas, aperturas, flujos y magnetismos. Las rutas que crea y despliega, las planicies y los fosos que construye.

Pero una visión tan estática no refleja bien su funcionamiento. Necesitamos una descripción dinámica, independizar el propio proceso del consumo para describirlo en sus procesos de privación/promisión. Sus lugares estáticos y dinámicos.

Sería necesario contar con una Teoría de flujos de consumo. Imaginar el consumo como el flujo de un líquido con canales y compuertas. Una hidráulica. De ella surgirían mapas de consumo y de su funcionamiento, posibilidades de movimiento. Movimientos permitidos, prohibidos y flujos físicos dirigidos.

Obviamente la hidráulica del consumo es una parte de la más general del capital, y el reverso de la hidráulica de la producción. No obstante su lógica necesita de aspectos particulares, necesita de un sistema de protección integral de la mercancía, necesita de un sistema de promoción de la mercancía y finalmente necesita un sistema de puesta en relación de la mercancía con su consumidor.

Visión del paraíso

La mercadotecnia y el diseño de productos, ha elevado a nueva dimensión la mercancía, el colorido, la iluminación y la variedad emulan la sensación primordial de la visión de la naturaleza desnuda en toda su brillante variedad (la visión psicodélica de liberación percepcional).
Como en un viaje en el que la realidad primordial y la naturaleza mostraran todos sus colores desnudos y radiantes. Un encuentro con la proliferación y la exuberancia es la visión de los anaqueles atestados de productos.

Un paraíso de emociones lumínicas, de juegos de colores y formas, asequibles al ojo y a la mano, dispuestos en una ordenación lineal que genera perspectivas y ángulos. No hay lugar para la distracción, para el descanso, para el reposo. Ordenado según la razón, generoso como la madre naturaleza.

Las estanterías nos rodean, no hay espacio para distracción, todas las mercancías están ahí al alcance de nuestra mano, no hay nada fuera de ellas. En los grandes supermercados el techo está inasiblemente alto, demasiado para fijar la vista en él. Sólo mirando al suelo podrías evitar la visión del paraíso, pero evitar la mirada es un gesto y una actitud humanamente reprobable. Habría que estar mirando constantemente al infierno para no ver el paraíso.

En los supermercados el flujo corre desde lo superfluo hacia lo más necesario. Los alimentos que siempre han sido considerados básicos están en los lugares más inaccesibles y laterales. Lo innecesario es el protagonista central de la disposición teatral de la mercancía.

Las frutas y verduras no están, en general, empaquetadas. Su propia presencia es paradisíaca, no necesita de una mercadotecnia que la transmute, como un envoltorio convierte a un simple puñado de maíz seco, en una ración deseable de cielo.

Fuera de los flujos

Un golpe a la indiferencia, un giro de esquina ¿Por qué los mendigos siempre están tirados en el suelo, a ras de él? ¿Por qué nunca están subidos a algo, elevados, por encima de los transeúntes? ¿Qué historia esconde la mendicidad? ¿Por qué es una posición orante, suplicante, algo que está por debajo de nosotros?

Nos permite una visión superior, de señor. Cuando alguien pide erguido casi pensamos que nos roba. Animalizarse, arrastrarse, reptilizarse, para ellos es una obligación que nos ayuda a tranquilizarnos, la tranquilidad que proporciona el orden.

Imaginemos a unos mendigos subidos a cualquier cosa, como una plataforma elevada. La impresión que nos causarían sería aterradora (para nosotros), su vida y su significado se elevarían también, estarían más cerca de la verdad, más cerca de lo divino, por eso los necesitamos tirados por los suelos. Su realidad ontológica es menor y nos facilita la indiferencia.

La limpieza de mendigos, primer mandamiento de la lógica de una geografía de consumo. Sucia tarea de limpieza que la esfera económica no tiene reparos en delegar en el Estado. Tarea que este asume con placer, “el perro de aliento frío” es la infraestructura necesaria para el consumo.

Todo marginado social es una nota de advertencia, un signo a gritos de los límites del propio proyecto social. Una escalera descendente para aquellos que no cumplan con la lógica social. Pero al mismo tiempo tienen la utilidad de mostrar a la mayoría que aún existen límites inferiores a ellos mismos. Que el precio a pagar sería muy alto.

En este sentido no existe en este país (España) una minoría étnica que siendo tan escaso su número tenga un efecto dialéctico semejante: los gitanos.

Identificar “la pobreza” con el excluido o con alguna minoría étnica facilita evitar que se reproduzcan exigencias de reparto por parte de la población. Construidos en un espacio simbólico de desprecio e incomprensión se prefiere la escasez para todos antes que beneficiar a “esos parásitos a los que odiamos”. Como ideología de control es impecable.

La lógica del consumo I

The paradigm of disaster

The struggles of the present, are they not the extraction of the consequence of the disaster? No longer the exploitation of one class by another, nor the tension of the weak against the strong, but rather the denunciation of a system in constant danger of failure, of being shipwrecked in error and in systemic failure.

Ecology, climate change, economic and financial crisis, all human spheres seem to be on the verge of collapse. The “nature” itself, now colonized as a system that is perfected in its will to understand-dominate, understand-conserve, is in a state of systemic crisis. The economic system, the financial system, both built according to a structured set that ensures its own stability, like an entropic system that conserves its heat and is governed by complex mathematics. In the calculation of productive and consuming forces, the system fails, is not inclusive, does not absorb pockets of “poverty”, “gettos” that remain outside the system, which “errs” to the extent that it can not manage the total population and total forces.

Every counterculture affirms: “the system is in crisis”, all techno-politics affirms: “our system is stable”. Therefore, the struggle has shifted to the tension system-in-stability vs. system-in-crisis. All the powers to come will ensure a more stable system, that is the struggle.

But how have we reached this level of tensions? How has the critical and the stable become the reference in which to judge situations in all areas?

Rushed response: the domain of the techno-scientific interpretation of all reality and its consequent conversion into “system” offers the possibility, when the paradigm is completely dominant, to attack its tensions in the key of failure of the system.

REALITY = SYSTEM

(The real is systemic and the systemic is real)

The real is what enters the explanatory universe of a “system”. But not in a philosophical sense, as when we speak of a Kantian or Cartesian system. System is the technical-scientific entity crossed by mathematical and physical explanatory structures, created from the second half of the 19th century to the present day.

Statistics and complex mathematics are the tools that surround populations, such as the molecular structure of a gas when it warms up or the sound waves traveling through the air.

However, the indeterminacy inherent in these explanations generates a whole series of indeterminate unknowns and prefigures the possibilities of disequilibrium, of the overflow of quantifiable units. The exuberance of the variables and their continuous growth means that the systems do not bend to the dream of castrating them by introducing them into the universal resolver of all reality: “computer science”.

The computer is the promise of balancing every system by solving all variables, and driving them to equilibrium. The price is the reduction of all reality to the techno-scientific logic, to the system.

La mirada del otro

“Por un instante dejamos de vivir en nosotros mismos y únicamente vivimos en el interior de quien nos mira. Somos enajenados de nosotros, y como objetos de otra conciencia somos capaces de sentir la objetualización para otro como realidad ontológica.”

En soledad no existimos como individuos, existimos como una totalidad extensiva con todas las cosas. No hay exterioridad, todo es una continua interioridad-exterioridad. Los pensamientos, las cosas, la existencia entera tiene una continuidad, en la que el “yo” no se sabe diferenciado de lo demás. En cierto modo, se podría afirmar que no existe ese “yo”. La plenitud extensiva implica que el yo es solamente el punto de vista desde el cual la realidad se mira a sí misma.

Ser descubierto por otra conciencia parte nuestra posición de equilibrio, esa conciencia exterior a nosotros, nos priva de la extensividad de nuestra conciencia con el mundo, y nos envía directamente al descubrimiento de nuestro “yo”.

Ser descubierto por otra conciencia nos hace “sujetos”, Nos “sujeta” a una parte de nosotros y abre un abismo con el mundo. Pero además, genera la forma en que debemos mirar el resto de cosas, genera lo otro como objeto. La interioridad surge como una respuesta a esa ruptura, es una reacción a la división.

Amarrar nuestra interioridad abre el campo a una exterioridad espacial y temporal objetivable, al mundo de la razón. Genera el espacio para que aparezcan todas las categorías del lenguaje, la metafísica o la ciencia.

Ser percibido por otra conciencia nos coloca en otro espacio constitutivo, nuevas reglas emergen y todo cambia a nuestro alrededor.

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Ser para otro nos da la medida de lo que somos para nosotros mismos. En una instantaneidad temporal salimos del solipsismo y nos tenemos que entregar a un juego de máscaras. Ser mirado por otro nos muestra con transparencia la “brutal” igualdad de los seres humanos, y el malestar de cargar con nuestra “personalidad”, la cual nos dice quiénes somos frente a ese otro.

Nuestra realidad externa, dormida en su presencia, despierta en gritos ante la mirada del otro. Se hace presente nuestro cuerpo y la imagen que tenemos de él. Los ojos ajenos se convierten en el perfecto reflejo ¿De nosotros mismos?

¿Qué se esconde detrás de la mirada del otro? ¿Su mirada debe ser un espejo, reflejar todo aquello que nosotros “sentimos” en nosotros? “Espejo” es aquí una palabra clave, la mirada del otro es un espejo en el que nos reflejamos.

La mirada del otro se puede convertir en una experiencia terrorífica para quien no está dispuesto a ver su propia imagen. ¿Pero esta imagen que se refleja es la nuestra o la que nos envía la humanización? ¿La cultura?

Por un instante dejamos de vivir en nosotros mismos y únicamente vivimos en el interior de quien nos mira. Somos enajenados de nosotros, y como objetos de otra conciencia somos capaces de sentir la objetualización para otro como realidad ontológica.

Desconozco las implicaciones que tiene ser objetualizado y sus más que posibles relaciones con la locura. Pero si parece que el proceso de humanización y el de individualización parecen andar a la par, y que la separación entre sujeto y objeto ha sido un largo y tortuoso camino que, no obstante, permanece en nosotros como una dolorosa separación o como la caída del paraíso.

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¿Pudieron los objetos del mundo mirarnos cómo ahora nos miran otros seres humanos? ¿En esta situación habría sido lícito llamarlos objetos?

¿Cómo aparecieron las nociones de distinción entre seres humanos y animales, entre seres inanimados y animados, entre animales y plantas?

¿Pudieron animales y plantas así como todo el mundo natural convertirse en indiscretos observadores de una antigua humanidad? ¿En que nos convertía esa mirada?

¿Sabía una época animista verse observada por la naturaleza y descubrirse a través de ella?

¿Cómo podríamos hacer una arqueología de formas de racionalidad previas en las que ni la individualización ni la humanización eran elementos centrales?

Quizás la época de la razón sea demasiado humana a causa de haber cegado todo “lo otro”. Nos quedaría por explorar la relación entre sólo ser interpelados por seres humanos y la objetualización del mundo.

En resumen, hemos desarrollado:

• La ruptura de la existencia continua interior/exterior.

• La creación de lo objetivable, que tiene consecuencias para la propia creación del yo y para las condiciones del conocimiento tal cual lo conocemos.

• La creación de nuestro yo humano, frente y sólo frente, a otros humanos. Esto nos lleva a una época donde “lo humano” se hace central, una categoría especial, mientras que el resto del mundo natural queda relegado al mundo de los objetos. Objetualidad creada y generada por la propia división.

Internet, subordination and virtualized reality

The Internet has undergone an evolution as if it were human history itself. It began as a communal time of gatherers and hunters and has become a form of reigns of the Bronze Age.

The neo-liberal era has vectors and poles of direction that point to a structure of “local caciques”, where few magnates accumulate the subordination of large groups, articulated very irregularly with the State. This locality is expressed both geographically and by economic sectors. This same scheme has reproduced internet. A new epoch of accumulation of locality, when, in theory, we lived in a global age.

In that sense, the internet has reproduced this structure perfectly. It would be an example of technology shaped by an economic and power scheme.

The need to adhere to poles of importance and attraction is internal to the functioning of social networks. His logic, moreover, strongly emphasizes the feeling of isolation and loneliness if not complied with that precept. In its operation, the flow itself or the relationship have no value unless they are hierarchical.

Social networks are not mechanisms to relate individuals, but rather, instruments of forced creation of hierarchies and groups of monitoring and subordination. There is an “appearance” of horizontality, but really, what they generate are vertical relationships and bags of subordination.

Nowhere can you feel as alone as in the midst of an immensity of people. Loneliness is relative to what surrounds you and the relationship model that is dominant. Under the guise of being a potential ocean of relationships and a call to the virtual relationship; We are subjected to a system of rewards and punishments of “vertical communality” and mocked ontological reality.

The desire to socialize itself is conveyed towards a model that swells, certainly capital (which is mocked those who generate it digitally), in addition to a scheme that feeds bags of power, meaning and superiority.

New forms of “authority” arise, like an ironic laugh for the dream of a horizontality of opinions. A superior authority backed by a digital communality, theoretically voluntary and horizontal. In a clear example of how technological possibilities can open a huge field and yet the historical configuration does not allow its development.

The data generated by one’s “life” becomes capital per unit of time. The users become fertile generators of a product that is alienated, converted into virtual data mediators; producers and limited consumers, of a mass of data privatized.

The constantly created creative capital is constantly alienated. Transformed into forms usable by capital and States. It is no longer the digital “identity” and the traces negotiated as assets, it is a whole mechanism of fixation of behavior, identifiable, individualizable, measurable and ultimately salable and usable. The own way of using and the objectives of its use are already predetermined. An individualized subject is created to adhere to actions, predetermined actions that constitute its attributes are created and so on.

The reality is not “real” if it is not virtualized, the experiences are not, but are shared, the more they are, the more real they will be. Ontologically, the real has been transformed. If in the laboratory it is the devices themselves that give us the mediation with reality, in the digital world reality does not come together until it is included in virtuality. That is why the virtual and digital world of communication networks is our mediation with the “authentic reality” of our time.

In an endless circuit of Reality Show we have to participate simultaneously as actors and spectators of our own existence and that of others. Validated, yes, in its “ontological power” by the received repeatability. (The likes)

In this way it continues to be fulfilled that it is technology that defines the real. And it is their mediation that gives us their contours. However, technologies are daughters of the power of an era and are molded by it.

The model of Reality Show, has become the preferred model of aesthetic representation, to see oneself in the virtual world is the fulfillment of the desire to renew and intensify our own reality in the world. As an evolution of mass media: individualized and globalized at the same time.

It is said that the servant dreamed of being king, in our time we wanted to be televisions and repeat the scheme: single issuer, and multiple and passive receivers. Although technology has allowed different forms, we have not managed to escape from a communication-power scheme that has taught us to relate.